Yataco
11 de Septiembre del 2017

Buenos días, Estado

Buenos días, Estado

Empezando con las leches que no son leche y terminando por los memes de fideos cabello de ángel que no son brotes foliculares ni de seres celestes, estos últimos meses nos han agarrado con una serie de revelaciones que entre otras cosas evidenciarían la problemática alrededor del etiquetado que afecta a los consumidores a la hora de comprar productos. Este escenario se desprende no solamente de una posible intención de los proveedores de jugar “al límite de la ley”, sino sobre todo de una preocupante inacción de nuestras propias autoridades.

Primero, la noticia: El Ministerio de Agricultura (MINAGRI) anunció próximos reglamentos de uso de imágenes de fruta en jugos y para los chocolates, pero, para generar rebote en medios, lo acompañó de una irresponsable declaración efectista, diciendo que “Sublime, bajo el nuevo reglamento sería una golosina y no un chocolate”. Eso nos tocó la hebra chauvinista gastronómica más profunda que tenemos los peruanos, y la noticia corrió como un reguero de pólvora. Nestlé, por supuesto, salió a señalar como falsa esa información. Hasta este momento, MINAGRI no ha hecho públicos los exámenes de laboratorio que podrían comprobar la falsedad de dichas declaraciones, ni Nestlé ha publicado los valores de todos los parámetros que le permitirían llamar “Sublime” a su producto. Nos encontrábamos en un típico caso de “él dijo, tú dijiste”.

El responsable de poner coto a estos rumores y aclararlo de una vez no era INDECOPI, MINAGRI o Nestlé, sino del ente encargado precisamente de comprobar que el empaque se corresponda con su contenido: DIGESA, cuyo silencio es más que preocupante ¿Están tratando de pasar desapercibidos? ¿Será que no están haciendo bien su trabajo o no tienen resultados de laboratorio de las cosas que aprueban? ¿Sublime será chocolate? Todas estas son preguntas podrían – deberían- ser respondidas por ellos.

Es frente a esta indefensión, en la que incluso un ente estatal responsable de garantizarnos información correcta en el etiquetado es incapaz de zanjar una controversia iniciada por otra entidad estatal que responsabiliza de sus errores a un privado, nos damos cuenta que los consumidores organizados debemos seguir ejerciendo presión para continuar despertando a nuestras autoridades de ese estado de inacción. Por lo pronto, debido a ella hoy contamos con un Reglamento de la Leche, con un Ministerio que al menos habla de publicar nuevos reglamentos y con un INDECOPImás claro y rápido en comunicar logros y alcances. Esto nos debe servir como una motivación para continuar.

Pero tampoco permitamos que en este empuje se cuelen también acciones y actores que, en nombre de nuestro bienestar, nos reviertan a una situación aún más precaria. Tomemos por ejemplo el nuevo manual de etiquetado publicitario, desprendido a su vez de la ley de Promoción de la Alimentación Saludable: tal como está planteado, genera alarmas que no es capaz de sostener con información, quedando con advertencias vacías que pueden hacer al consumidor tomar finalmente decisiones de consumo basadas en percepciones falsas.

Cuando hablamos de un buen etiquetado, se debe partir de información veraz, comprensible y oportuna basada en un criterio objetivo que es el impacto del producto en nuestra salud, con la garantía de que la nomenclatura utilizada por un producto sea consistente con lo establecido para su categoría en el Reglamento o las recomendaciones del Codex Alimentarius, tal como manda la Ley, aunque dicha información no sea obligatoriamente consignada en la etiqueta (por no ajustarse al primer criterio).

Contar con un etiquetado así significará contar por fin con una herramienta de calidad para tomar decisiones informadas y responsables y, sobre todo, implicará poder retomar la confianza en instituciones que hoy parecen no cumplir con una labor de la que nuestros derechos de consumidores dependen. Pero, para lograrlo, todas las instituciones deberán terminar con esa siesta, tal como ya algunas han empezado a hacerlo, y se compren el pleito por los consumidores. Mientras ese no sea el caso, seguiremos haciendo bulla para despertarlos.