Yataco
14 de Mayo del 2020

Como D'Onofrio creo una marca para reforzar sus ventas en invierno.

Como D'Onofrio creo una marca para reforzar sus ventas en invierno.

En el 2018, nuestro país fue galardonado con el premio al mejor chocolate del mundo en el Salón del Chocolate celebrado en Londres, sin embargo, se hizo evidente que al mismo tiempo somos uno de los menores consumidores de este producto, pues en dicho año los peruanos consumíamos menos de medio kilo de chocolate al año, cuando en Estados Unidos ese indicador subía entre ocho y 10 kilos por persona al año, en Europa estaba entre los 12 y 15 kilos.

El mercado de chocolates en el Perú el liderado por cinco marcas, de acuerdo con Gestión, en el cuarto puesto está Princesa con el 4.7% de participación; en el tercero, Triángulo con 5.7%; en el segundo empata Cua Cua y Cañonazo con 8.5%; y liderando el mercado, como era de esperarse, se encuentra Sublime con 27.2% de participación.

La historia de Sublime, data de 1928, cuando D’onofrio fue heredada por el hijo del fundador de la famosa marca de helados, quien notó que el negocio no podía producir ganancias únicamente en el verano, por ello decidió ampliar los productos de la marca y, para ello, adquirió la primera fábrica de chocolate de D’Onofrio.

De acuerdo con las declaraciones de un vocero a un medio local, en el 2013, la estrategia de expansión partía de ampliar la oferta de las barras compactas a otros segmentos como las tabletas de 100g, barras bañadas, los rellenos, las trufas, los bombones, los nibblings y otros.

Y con la intención de fortalecer la relación con los consumidores, cuando la marca cumplió 85 años, lanzó la edición limitada de su empaque clásico por tres meses o hasta agotar el stock, estrategia que generó muchos recuerdos y satisfacción en la población que comenzó a comer este chocolate en dicha envoltura.

Esta no ha sido la única sorpresa que la marca le ha dado a sus consumidores, pues cinco años después, cuando Sublime cumplió 90 años, decidió renovar su imagen, vistiéndose con su propia esencia: la sonrisa, convirtiéndose así en la tercera vez en la que el chocolate cambiaba de empaque.