El primer reloj inteligente de la historia es de 1998: usaba infrarrojos, tenía apps y hasta un joystick
Si pensamos en relojes inteligentes, cuesta creer que existiesen antes que los smartphones. Son cosa de esta última década y apenas se han popularizado en los últimos tres o cuatro años, ¿verdad? Bueno, resulta que había un reloj inteligente en 1998 que contaba hasta con un joystick. Conozcamos el Seiko Ruputer.
Ruputer fue la idea del fabricante de relojes Seiko por ofrecer lo que se puede considerar el primer reloj inteligente de la historia. Todo esto, claro, cogido con pinzas. Desde luego no era capaz de hacer la cosas que hacen hoy en día los relojes inteligentes y hasta la pulsera cuantificadora más chapucera de la actualidad nos ofrece más. Pero oye, estamos hablando de un artilugio de hace 22 años.
Qué suponía llevar "un ordenador" en la muñeca en 1998
Diseño minimalista poco. El Ruputer es considerablemente grueso y más aún ancho. De hecho su pantalla es apaisada, nada de rectangular en retrato como las actuales y mucho menos circular. Cuenta en un lateral con tres botones y en el otro con uno más. Nada de pantalla táctil, con los botones el usuario navegaba por los menús e interactuaba con el reloj.
Pero además de los botones, quizás lo más interesante es el joystick que incluía para desplazarse más rápidamente. Un joystick de ocho ejes que permitía desplazarse arriba, abajo, laterales y diagonales. Se encontraba en la parte inferior frontal en el inicio de lo que viene siendo la correa. A falta de pantalla táctil, ingenio.
Lo normal es que nos encontremos en la parte trasera de los relojes inteligentes los sensores de frecuencia cardiaca o por el estilo. No en este, el Ruputer no tenía ningún tipo de acelerómetro para medir pasos o cosas por el estilo. Si hay un sensor que podemos contar como tal es el que utilizaba para transmitir información por infrarrojos.
Procesador de 16-bit a 3,6 MHz, 128 KB de RAM y 2 MB de almacenamiento
Empezando por la pantalla tenemos un panel monocromático LCD de 2". Su resolución se limitaba a 102 x 64 píxeles. Escribir en esa pantalla (porque había teclado virtual) debía ser toda una tortura. Si ya de por sí cuesta en un panel táctil actual, ¿cómo sería hacerlo con un joystick minúsculo controlado con el dedo? No, gracias.
En cuanto a batería se refiere... Puede que sea lo más chocante de todo: una pila estándar CR2025. Nada de batería recargable, al Seiko Ruputer había que cambiarle la la pila cada vez que se agotase. Y lo hacía a menudo. Con un uso "normal" apenas duraba unas 30 horas y sólo si activabas el modo ahorro de batería extremo te llegaba a tres meses. Así que sí, cada dos o tres días había que comprar una pila nueva para el reloj.
Las capacidades del reloj eran diversas. En un principio se intentó imitar lo que ya hacían otros dispositivos de la época pero miniaturizado. ¿Te suena? Es lo que intentaron los smartwatches actuales hace unos años al tratar de miniaturizar el móvil y sus funciones. En este caso el Seiko Ruputer buscaba tener la funciones de una PDA, algo realmente complicado para la tecnología de la época.
El reloj contaba con calendario, cronómetro, carpetas con archivos, agenda de contactos, lista de tareas, esferas intercambiables, notas y hasta una app para dibujar. Contaba también con algún que otro juego como el ajedrez o una versión del Tamagotchi. Pero claro, poco podías hacer si no llevabas contigo un paquete de pilas para ir cambiándolas.
El mismo dilema en 2020 que en 1998
Al Seiko Ruputer le sucedió el onHand PC. Una versión algo mejorada que además venía en dos colores diferentes. Entre las mejoras que encontramos estaba la posibilidad de controlar la interfaz con un programa dedicado en el PC. Este le permitía sincronizar contenido como por ejemplo titulares de noticias de Internet. onHand PC tampoco duró muchos años, en 2006 el producto fue discontinuado.
Visto en perspectiva, el Seiko Ruputer contaba en general con problemas similares a los que nos encontramos hoy en día en los relojes inteligentes. De primeras se trataba de un reloj más grande que los tradicionales. Afortunadamente los actuales sí que se han reducido en comparación. Y luego tenemos el problema de la autonomía (que algunos tratan de solucionar) y la utilidad real del reloj. Recargar el reloj inteligente es tedioso y más aún cambiarle las pilas. Y luego está la pregunta de siempre: ¿realmente le voy a sacar provecho? 22 años de diferencia, mismas cosas por solucionar.
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